DIAFREO Y VISIÓN


Proceso de recuperación visual

Muchas técnicas nos enseñan como mejorar el estado de nuestros ojos, y por lo tanto nuestra visión, pero no contemplan las consecuencias que implica situarnos de manera distinta en respecto a nuestra manera de percibir el mundo. Por lo que muchas veces nos proponen unos ejercicios, que realizados sistemáticamente, y casi de manera mecánica, prometen mejorar nuestros ojos de manera natural y sin gafas.

Claro, sucede que la cosa no es tan sencilla, no es tan simple. Si se tratara de esto, quizás las personas podrían, simplemente conectarse a internet, buscar estos ejercicios oculares en la red y realizarlos, seguramente, utilizando la fuerza de voluntad que en cada momento tuvieran disponible. 

La misma fuerza de voluntad que en momentos complicados de sus vidas han tenido que utilizar, conectando, seguramente, con la actitud de esfuerzo y que los ha conducido a resolver situaciónes con éxito social pero con un coste personal alto (tensiones fisicas, y desconexión de sensaciones y sentimientos).

 Este sistema de actitudes tienen que ver, casi con seguridad, con la actitud visual tensa que buscan relajar. En definitiva, se busca relajar una tensión que ha sido profundamente reforzada con èxitos y aprobaciones externas. Por lo que es dificil salir de ese círculo que se retroalimenta.

Explorar salir de la actitud de esfuerzo y hacer los ejercicios planteados desde otro lugar, nos confronta a los mismos sentimientos que hemos tenido en momentos que no hacíamos las cosas "bien", nos hemos sentido juzgados, con culpa, unas sensaciones de no ser merecedores, miedo al abandono...y enseguida autoexigencia....y propósitos.

Por lo que, con los propósitos empezamos a hacer los ejercicios CADA DÍA! delante del optotipo, ojos para arriba, ojos para abajo. Y claro, me aburro, dejo de respirar, tenso las cervicales, nalgas....y me esfuerzo por mover aquello que un dia fije para sentirme segur@.
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Y aunque en estas propuestas hay una insistencia de RELAJAAAATTTTEEEE, RESSSPIRA, NO TE ESFUEEERCES, JUEGA.... me sucede que no entiendo muy bien como no puedo seguir estas simples indicaciones, no las puedo integrar, cuando realmente, me considero una persona, que cuando me propongo algo, suelo poderlo llevar a cabo con éxito, y màs si me lo proponen "por mi propio bien". ..y, ..se me rompen los esquemas, 

Y claro, afronto una sensación de frutración, aprendiendo que no puedo con todo. Arraiga la idea de que mi fuerza de voluntad se tambalea, y me encuentro en un callejón sin salida.
Plantear un camino para relajar los ojos y llevarlos a otra actitud visual natural no es tarea fácil. El material que manejamos es muy frágil y reacciona de manera muy automática. Está impregnado de creencias, de experiencias de adaptación y supervivencia afectiva. Esta información psíquica-emocional actúa de manera constante y silenciosa, condicionando nuestra percepción.

 Muchas veces, para realizar los ejercicios bien, utilizamos la misma estructura de tensión que ha llevado a nuestros ojos a una actitud visual tensa. Sentimientos como busqueda de aprobación o responsabilidad, pueden estar minando la rutina propuesta en los ejercicios visuales. 

Por eso es importante empezar el proceso con un trabajo de conciencia.
Tomar conciencia es darme cuenta como estan y como reaccionan nuestros ojos cuando les proponemos diferentes experiencias visuales.

 Puedo darme cuenta que cuando miro con interés dejo de respirar, dejo de sentirme, me deshabito. O quizás puedo observar que cuando me propongo mirar algo, muchas veces lo hago con ausencia. Mil pensamientos me vienen en ese preciso momento y soy capaz de dividir mi presncia. Asi veo sin mirar. 

O quizás puedo observar que en mi vida solamemte existen las cosas que son de mi interés, y lo hacen con mucha intensidad, de manera que llegan a suprimir el mundo circundante...

Cuando sucede esto puedo empezar a buscar la manera para habitar, mi actitud visual, para que ésta sea relajada, suelta y equilibrada. Y entonces es cuando puedo romper los círculos de obligación, disciplina, responsabilidad y desvincularlos de la culpa, el miedo... 

En el trabajo de conciencia me conecto con actitudes que se han instalado en mi sistema y que lo están determinando. Actitudes que tienen que ver con nuestra historia. Y es así como mediante tomar conciencia, puedo situarme para percibir de manera diferente, dejándome sentir què representa para mi el cambio. Quizás por primera vez en la vida puedo permitirme explorar otra manera de hace, con seguridad y libertad.

Asi, comprobamos, que en el mirar está todo el juego de nuestra existencia, y podemos.....elegir cambiarlo.

 Visión e Identidad

Muchas veces sostenemos la realidad desde lo visual. Nos relacionamos con el mundo y nuestra identidad esta definida a partir de lo que hay fuera. Espectativas, aprobaciones, demandas, exigencias....Todo lo sostengo con la mirada.


Las tensiones visuales pueden tener origen en esta relación, y mi idea de lo que soy, de mi yo puede sostenerse en un equilibrio complejo de tensión que pueda estar definiendo el territorio visual que habito y la calidad de éste.


Por ejemplo, la nitidez puede tener un papel fundamental para sostener mi presencia o puedo haber construido una relación exclusiva con el mundo próximo, porque, desde ahí me ha llegado el reconocimiento. O, quizás puedo adoptar actitudes de huída de ese mundo cercano, desenfocándolo, porque ha sido fuente de exigencia y de presión.


El momento en que se produce la escolarización, pueden estar produciéndose ajustes y adaptaciones al medio desde lo visual. En esta etapa somos más vulnerables a las exigencias, espectativas y aprobación del ambiente que nos rodean, necesitamos ser reconocidos, o quizás simplemente mirados


Esto nos puede conducir a identificarnos con tensiones que en ese momento han sido efectivas para la adaptación.

 Actitudes miópicas que un día resolvieron una situación del mundo cercano con éxito y que hicieron que recibiera aprobación, (como es el caso de muchas situaciones que se dan en el proceso de la lectoescritura), pueden quedar fijadas, secundadas con la creencia que si nos relacionamos con éxito, nitidez y responsabilidad en este territorio próximo, es decir con tensión, seré aceptad@ o querid@. Mi identidad pasa a ser miópica.


Mi percepción estará en este terrotorio cercano, porqué es ahí en donde he recibido lo fundamental para mi supervivencia afectiva. El territorio lejano no me interesa. Es más, aunque lleve unas gafas que corrijan el desequilibrio visual y me permitan ver de lejos de manera nítida, solamente lo habitaré por necesidad y no con interés. Mi relación con lo lejano será mínima y pobre. 


¿Como, pues, aflojar una actitud visual, flexibilizarla, desvincularla de las creencias que la sostienen?


Mejorar la visión implica muchas veces un proceso personal, que puede pasar por revisar la idea que tenemos de nuestro yo, todo aquello que tenemos fijado y establecido en nuestra percepcion, y que determina nuestra visión. Tomar conciencia de ello, será darme cuenta qué es lo que me interesa y cómo.


 Contactar con experiencias en donde pueda mirar de manera diferente, quizás implique tomar conciencia de aspectos de mi vida que van allá de lo visual.



PORQUÉ DIAFREO Y VISIÓN?


El primer trabajo que podemos realizar para mejorar nuestros ojos, es el trabajo de cuerpo. Las personas que tienen problemas visuales, tienen grandes tensiones en los ojos y en la parte alta del cuerpo. Cuando se inicia el proceso en diafreo, se empiezan a descongestionar estas zonas. Ojos y nuca se aflojan.


 Ojos estrábicos que se colocan, mejoría de la visión nítida o una manera de mirar más relajada y más amplia, pueden ser consecuencia del trabajo realizado en las sesiones de diafreo. 


En diafreo, hemos podido constatar, que cuando se empieza a trabajar el cuerpo, la energía bloqueada empieza a circular y el primer nivel mejora.


Aunque, a veces, hasta que no se trabajan las tensiones que están en la visión y en la percepción con conciencia, hay tensiones de los ojos y del cuerpo que no se desbloquean.

Actitudes visuales pueden estar condicionando actitudes corporales y viceversa.
La comprensión del funcionamiento de la percepción visual nos ofrece un camino para tomar conciencia de qué manera podemos habitar el mundo sin perder la conexión interna. Ayuda también a habitar nuestro campo visual de manera equilibrada. Detectar los conflictos que pueden estar en la percepción es quizás un camino de detectar creencias, tensiones profundas difíciles de soltar.

El trabajo con el Método Bates ofrece herramientas para que cada uno de manera respetuosa contacte con su manera de mirar, comprenda y tome conciencia de tensiones físicas, bloqueos energéticos y emocionales y pueda ir liberándolos.


Los tres principios fundamentales del Método Bates son: relajación, movimiento y centralización. También son los principios de la visión natural y de la percepción.


Esta propuesta también ofrece la posibilidad real de crear conexiones entre nuestros ojos y nuestro cuerpo, entre nuestra percepción externa y nuestra percepción interna. Cuando se realiza este camino se està haciendo un camino hacia el ESTAR.



Ojos y cuerpo


Percepción visual,  percepción corporal.

La visión y el cuerpo quedan influenciados mutuamente. La experiencia nos dice que cuando hay mucha tensión en la percepción (pensamiento y ojos), nos costará sentir el cuerpo y que la tensión del cuerpo dificultará que nuestros ojos y nuestra percepción se relajen.
Cuando nuestra conciencia/interés reside en el pensamiento y nuestra experiencia está alejada del presente, nuestro cuerpo está deshabitado. La respiración está tensa y es superficial. Las tensiones de nuestro cuerpo, quedan silenciadas, y solamente las percibimos cuando nos producen dolor.
Si en nuestro interés visual hay un exceso de tensión, porque hay una carga emocional, debido a la situación que estoy viviendo, por ejemplo, un exceso de responsabilidad o una situación de alarma, es muy probable que esto produzca una actitud visual tensa.
Habrá una tendencia a hiperenfocar, a suprimir la periferia/contexto. Se desequilibrará la utilización de la retina y la percepción.
 Muy probablemente, nuestro cuerpo también esté respondiendo a esa actitud con tensión, cada persona lo hará de manera particular,  tensará la musculatura, adoptando una postura cerrada de defensa o de esfuerzo.
O por ejemplo, una situación impuesta,  provocará que los ojos adopten actitudes de huida, desenfocando o suprimiendo. Esta actitud visual impedirá habitar el cuerpo.
Muchas situaciones nos conducen al divorcio entre pensamiento y cuerpo,  y entre pensamiento y realidad. La respiración permanece alterada y nuestra percepción ausente de nuestro presente.
La necesidad de adaptación al ambiente que nos rodea, determinará la actitud visual y la actitud corporal. En estas actitudes, hay escrita nuestra historia emocional y de supervivencia.
En esta historia se pueden haber fijado tensiones, que yacen a nivel profundo.  Determinarán la forma de nuestro cuerpo, y los mensajes que éste transmite, más allá de lo que conscientemente expresamos.
Actitudes de sumisión, pueden estar definidas por una dificultad de relacionarme con la mirada, pero también pueden ir acompañadas por una actitud corporal, donde el pecho esté hundido, las inspiraciones sean superficiales, o quizás haya dificultad de mantener la cabeza erguida.
O, por ejemplo, si una persona transmite actitudes de omnipotencia, éstas pueden estar definidas por actitudes visuales poco conectadas con la percepción, adoptando mecanismos para suprimir aspectos de la realidad que no le son posible integrar en la idea que esta persona tiene de su yo (si se identifica con la valentía y la fortaleza, dificilmente podrá conectar con sentimientos de miedo o tristeza...). En el cuerpo podría aparecer una tendencia a mantener el pecho hinchado,  en inspiración,  rigidez en la columna, cuello rígido,  barbilla alta y nuca cerrada.
La actitud visual quedará íntimamente relacionada con la actitud corporal. Los ojos tensos,  se relacionan con un cuerpo tenso. Cuando se relajan los ojos, el cuerpo también se relaja.
La diafreo es un método que parte del cuerpo. La persona va accediendo a los cierres profundos de su musculatura tomando conciencia de la información que pueda estar atrapada y que está condicionando su postura. Muchas veces, la persona inicia un proceso de revisión profunda de su historia emocional, conectando con situaciones que no quedaron resueltas y quedaron fijadas en su cuerpo. 
Ir liberando estas tensiones implica que aumente la percepción interna y de manera automática mejore la calidad de la percepción externa. Vemos más claro, más amplio, o quizás más profundo. Tenemos la sensación de que nuestros ojos mejoran.
Cuando cambia la actitud corporal, cambia la actitud visual.
El método bates parte de los ojos, de la percepción visual. La persona va tomando conciencia de las tensiones visuales, muchas veces fijadas en miopias, hipermetropias,  astigmatismos, presbicias, estrabismos, ojos vagos...
En el proceso, la persona, conecta con los posibles motivos que están determinando su manera de ver. Inicia un proceso de mejorar la visión desmontando las diferentes creencias que la condicionan.
La primera es: "todo el cuerpo es curable menos los ojos".
Cuando se relajan los ojos y se reequilibrar la percepción, la persona empieza a sentir que está más conectada con la realidad, de manera relajada,  sin esfuerzo,  y que sus ojos empiezan a ver mejor. Cuando  ojos y pensamiento se relajan, se crea espacio para la conciencia del cuerpo y de la percepción interna.
Relajar los ojos ayuda a romper el divorcio entre pensamiento y cuerpo.

La percepción visual


Los ojos forman parte del cerebro. La retina es una prolongación de éste, que conecta con el exterior. El cerebro, con la información visual que recibe y con la que también recibe de los otros sentidos, va construyendo una realidad subjetiva. Esta realidad, la hemos construido con nuestro interés. 

En el interés estamos nosotros, esta nuestra identidad, nuestra historia, nuestras creencias y emociones.  

Durante nuestra vida, hemos construido una red interna y inmensa de buzones en donde guardar la información visual. Éstos están en la zona posterior del cerebro. 

La luz es recogida por la retina, traducida a impulsos nerviosos y enviada al fondo del cerebro. Allí, la información es repartida a diferentes carpetas y descodificada. 

La información que envía la retina se entrelaza con la información que ya estaba almacenada en el cerebro en forma de memorias, recuerdos, imágenes. 

Nuestra experiencia condiciona nuestra percepción, es decir, cada un@ de nos
otr@s descodifica lo que ve, dependiendo de la información previa que tenga archivada en el cerebro.

Por ejemplo, cuando visito por primera vez un sitio, percibo un número limitado de detalles que son enviados a la parte posterior del cerebro, y que seguramente los descodificaré con la ayuda de la información guardada en situaciones similares.

Como más visite ese lugar más particular se hará y crearé una carpeta exclusiva para éste, en donde enviaré todas las informaciones relacionadas (sensaciones, detalles....). Mi interés será determinante para que se enriquezca la experiencia visual. 


Porque mirando con interés veré, detalles nuevos, profundidades, y el lugar mismo a medida que pase el tiempo, sera distinto.

Después lo podré recordar, aunque físicamente no esté presente. 
Si además mis sensaciones han sido agradables, porque he sido bien recibid@ y acogida@, seguramente la imagen registrada estará vinculada a esta emoción agradable, por lo que seguramente condicione la imagen que yo he construido de ese lugar. 

La realidad no es objetiva, cada persona ve las cosas de forma diferente. 
Todo lo que vemos, es subjetivo, fruto de la experiencia, pero también lo que no vemos, lo que desenfocamos o suprimimos puede tener relación con historias pasadas. 

La curiosidad, el interés, son fundamentales para que el cerebro reciba información visual y la descodifique. Pero, también, será fundamental para que los ojos y el cerebro formen un buen equipo. Cuando el cerebro se interesa por lo que hay fuera, el ojo utiliza sus recursos para enfocar y ver. El ojo se alinea con el interés. 

Con el método bates buscamos que los ojos perciban, sin esfuerzo y de manera óptima, el mundo. De hecho buscamos que el cerebro contacte con el mundo a través de los ojos.

La tensión mental producirá, tensión visual, un estado mental relajado favorecerá que los ojos funcionen relajados y que perciban el mundo real, de manera nítida, amplia, luminosa, con profundidad, percibiendo movimientos y detalles. 

Muchas veces los ojos perciben el mundo bajo mínimos, recibimos más la información que generamos en el interior de nuestro cerebro que la información del mundo real. 
Estamos en lo que debo hacer, en lo que me ha pasado, pensando en conflictos no resueltos, en preocupaciones. 

Nuestra capacidad para simbolizar hace que podamos operar en un espacio-tiempo en el cual no estamos habitando y que la conexión de la realidad pase a ser mínima, la suficiente como para no estar chocando por las paredes, cayendo por las escaleras.

Podemos estar andando por la calle y estar organizando el trabajo del día siguiente sin que por ello peligre nuestra integridad física, ya que el camino lo hemos repetido en múltiples ocasiones. 

En este momento, la relación visual con la realidad externa es mínima, estoy ausente, mi interés está en otro lugar, mi andar es automático. Estaré en la abstracción, y percibiré de manera simplificada. No me percataré de posibles detalles, cambios, o personas que me cruce por el camino.


Si no estoy presente no puedo ver, veo la imagen simplificada y cognitiva de la realidad pero no estoy percibiendo realmente. Y mis ojos dejan de funcionar. 

Este mecanismo que representa una ventaja para vivir más allá de lo que hay, relacionar cosas que no están presentes, anticipar situaciones, planificar el futuro, o recordar hechos del pasado...es una actividad que requerirá que nuestra percepción visual, esté ocupada, relacionando carpetas que tengo archivadas en el cerebro. 

Entonces el ojo no enfoca para ver y percibir. La curiosidad no esta fuera, en el mundo, sino en el pensamiento, la exigencia, la responsabilidad, la preocupación.
Y el ojo empieza a tensarse. 

Alteramos nuestra respiración, entrando en grandes apneas, haciéndola superficial, manteniendo los pulmones siempre llenos, o siempre vacíos. 
Dejamos de sentir nuestro cuerpo y estamos constantemente sumergidos en nuestros pensamientos, con un constante diálogo interno difícil de silenciar.

Cuando cogemos actitudes ausentes, en donde el pensamiento es protagonista, deshabitamos la percepción, la respiración, y nuestros cuerpos. Deshabitamos nuestra vida. 

La vida se hace pensada, abstracta, rígida, llena de ideales, contradicciones, en la que siempre tenemos la sensación que algo se nos escapa. 





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